A unos 9 kilómetros de Aras, en lo que se
conoce como Alto de los Bojes, se encuentra el peculiar Hipogeo de Longar. Se
trata de una construcción funeraria de la época del neolítico-calcolítico del
año 2.500 a.C. El conjunto reunía las características de un sepulcro megalítico
que se conserva en un buen estado gracias a la restauración arqueológica
llevada a cabo en 1994. La pequeña nave, cuenta con una cámara subterránea
excavada en la arcilla virgen, es de forma alargada. Se llega al recinto a
través de un pasillo realizado con piedras. La puerta es una losa de pesado
tamaño que tapa una cavidad de unos 50 centímetros. En el Hipogeo de Longar se
llegaron a encontrar hasta más de cien restos de diferentes épocas.
La singularidad de este monumento no
radica tanto en su estructura arquitectónica como en la excelente información
que aportó, al estar el conjunto sellado por la losa de cubierta sobre los
enterramientos. Lo primero que llama la atención es el elevado número de
individuos, más de 110 según la bibliografía, que fueron depositados a lo largo
de un prolongado periodo de tiempo, con evidencias de limpiezas periódicas y
acumulación de huesos. Los cadáveres no van acompañados de ajuar alguno, salvo
algunas puntas de flecha que pudieron llegar clavados en los cuerpos de los
difuntos. La imagen más sorprendente que ofreció en su día Longar, y que
apareció publicada en la Revista de Arqueología de abril de 1995, fue una punta
de flecha clavada en una vértebra, señal evidente de muerte violenta.
El monumento megalítico fue reconstruido
con cuidado, una vez finalizada la excavación, y en la actualidad se puede
visitar cómodamente, eso sí tras recorrer un largo camino por pistas de tierra
y un último tramo a pie o en vehículo todo-terreno. Desgraciadamente, la
instalación de unos aerogeneradores en las proximidades afecta visualmente al
conjunto.